julio 5, 2023 By FranklinCovey Guatemala

¿Eres digno de confianza? Descubre 4 formas de demostrar credibilidad

Lo puedes decir simplemente: “¡Tengo integridad! ¡Tengo buena intención! Cumplo lo que prometo” y que los demás te consideren creíble. Credibilidad es una reputación que se construye poco a poco con el tiempo, mostrando a tus colegas a través de tus palabras y acciones cotidianas que eres honesto, que te preocupa y que ofreces resultados. Estos comportamientos pueden servirte para empezar.

1. Busca nueva información y está dispuesto a cambiar de opinión.

Muchas personas dudan en admitir que se equivocan, porque les preocupa parecer poco fiables o poco sensatos si cambian de opinión. Pero suele ocurrir lo contrario: buscar nueva información y actuar en consecuencia aumenta tu credibilidad porque demuestra que estás más interesado en hacer lo correcto que en tener razón. Además, te presenta como un colaborador abierto dispuesto a cuestionar tu propia forma de pensar, lo que puede animar a otros a aportarte información importante en el futuro.

Para ello:

Reúne una serie de perspectivas antes de tomar una decisión importante. Obtén los puntos de vista de personas ajenas a tus círculos habituales, no sólo de aquellas que crees que estarán de acuerdo contigo. Plantea preguntas abiertas como estas para sacar a la luz nuevas ideas y fallos en tu plan:

“Si estuvieras en mi lugar, ¿cómo manejarías esto?”

“En el pasado has tratado este tema con éxito. ¿Qué medidas has tomado?”

“Esto es lo que pienso. ¿Es correcta mi opinión? ¿Qué información me falta?”

“Siempre lo hemos hecho así. ¿Qué inconvenientes ves en este enfoque? ¿Cómo podríamos hacerlo mejor?”

Cuando te equivoques, admítelo y explica lo que has aprendido y lo que vas a cambiar. Esto demuestra que estás abierto a nueva información y que quieres asegurarte de que todo el mundo entiende las últimas ideas. Por ejemplo:

“Pensaba que muy poca gente leería nuestro boletín navideño, pero me equivocaba. Los datos de tráfico muestran que fue una de nuestras ediciones más populares. En el futuro, dedicaré más tiempo a nuestros boletines navideños”.

2. Compartir verdades duras en aras de ayudar a los demás a mejorar.

Ser honesto es más fácil decirlo que hacerlo. Si eres tan honesto que lanzas bombas de verdad donde quiera que veas la necesidad, es probable que la gente se ponga a la defensiva y empiece a hacer caso omiso de tus comentarios. En lugar de eso, di las cosas como son sobre las cosas que realmente importan y explica su buena intención cuando las compartas. Esto ayudará a los demás a ver que te preocupas por sus intereses y los de tu organización, incluso si lo que tiene que decir puede ser difícil de oír.

Para ello:

Antes de dar tu opinión, piensa: “¿Ayudará esta opinión a la persona que la recibe? Esto le ayudará a aclarar tu intención: ayudarles a mejorar un aspecto fundamental de su trabajo o la forma en que los demás les perciben, y no sólo en tu propio beneficio. Por ejemplo, si te preocupa que el enfoque de un compañero de equipo ante la llamada de un cliente pueda resultar contraproducente y dañar la relación con el cliente, dilo. Pero si tu enfoque es distinto del tuyo o si tus comentarios no tienen nada que ver con su función o reputación, lo mejor es dejarlo pasar.

Si das la opinión, explica por qué la compartes para que los demás entiendan tu buena intención. Mantén un tono considerado y un mensaje claro y directo. Por ejemplo:

“Quiero que sepas que has divagado en nuestra última reunión de equipo. Fue difícil entender tu punto principal, y noté que un par de personas se distrajeron. Lo comparto porque tienes información muy interesante que aportar, y no quiero que la gente empiece a desconectar”.

“Me preocupa que nuestra nueva campaña pueda ser vista como ofensiva por algunos usuarios a causa de X. Lo comparto para evitar que se dañe la confianza que nuestros usuarios depositan en nosotros”.

3. Utiliza tus puntos fuertes para ayudar a tu equipo a satisfacer sus mayores necesidades.

Cuando sólo te centras en cumplir tus objetivos y en cuidar de ti mismo, puede que la gente te vea como una persona de alto rendimiento, pero no necesariamente confiarán en que te preocupas por el éxito del equipo. En cambio, cuando alineas tus talentos con lo que tu equipo realmente necesita, los demás empezarán a verte como un colaborador de gran valor, incluso indispensable.

Para ello:

Determina qué es lo que más necesita tu equipo y cómo puedes contribuir a esta importante labor. Por ejemplo, si eres un experto gestor de proyectos, podrías levantar la mano para gestionar la gran iniciativa de un cliente de tu equipo. Si no estás seguro de lo que necesita tu equipo, pregunta a tus compañeros y a tu jefe: “¿Cuáles son las principales prioridades ahora mismo?” y “¿Qué ves en el horizonte para nuestro equipo?”. Y pregúntate: “¿Qué está frenando a nuestro equipo? ¿Qué necesita más tiempo o recursos? y ¿Cómo puedo utilizar mis puntos fuertes para ayudar?

Utiliza tus habilidades e influencia para ayudar a tus colegas en una situación difícil. Tal vez tengas la experiencia en edición para pulir rápidamente un informe importante antes de que llegue al vicepresidente. O tal vez conozcas a la persona del equipo de ingeniería que puede solucionar un error molesto. O, si eres un líder, tal vez puedas contactar con un compañero de dirección para conseguir una aprobación clave que tu equipo necesita. Con el tiempo, puedes crearte una reputación como persona valiosa para tu habilidad o experiencia específica.

Precaución: No des prioridad a ayudar a tu equipo hasta el punto de sacrificar tus propios objetivos y desarrollo. Y no te hagas cargo de demasiadas cosas, o corres el riesgo de quemarte, de dañar tu credibilidad si no puedes cumplir lo prometido y de perjudicar tu reputación ante tu jefe si tu trabajo diario empieza a decaer.

4. Comparte tus resultados de forma que refuerce tu credibilidad.

Los resultados no siempre hablan por sí solos. Pero si te limitas a gritar tus logros a los cuatro vientos, la gente pensará que eres un egoísta. En lugar de eso, haz tuyos tus éxitos, así como lo que tienes que mejorar, para que tus compañeros te vean como alguien que sigue adelante y siempre se esfuerza por mejorar. No estás alardeando: les mantienes informados de lo que les importa, animas a tus colaboradores y compartes tus errores y las lecciones aprendidas que pueden aplicar.

Para ello:

Centra tus actualizaciones en cómo has influido en los objetivos de alto nivel o en otras cosas que preocupan a tus destinatarios. Por ejemplo:

“Para ayudar a cumplir el objetivo de nuestra tienda de atraer a nuevos clientes, renové los expositores cerca de la entrada. Como resultado, atrajimos un 15% más de tráfico peatonal”.

Incluye cómo han contribuido los demás. Compartir el mérito demuestra que sabes que no lo has conseguido tú solo y que los demás también merecen el protagonismo. Por poder, puede hacer que todo tu equipo se vea bien. Por ejemplo:

“Y no podríamos haberlo hecho sin el extraordinario trabajo de Cedric en el nuevo logotipo y el diseño visual”.

Explica en qué has fallado y qué harás de forma diferente la próxima vez. No culpes a las malas circunstancias o a otras personas cuando falles un gol. Asume la responsabilidad y demuestra lo que has aprendido. Tu ejemplo también puede ayudar a tus compañeros a sentirse seguros para compartir sus propios contratiempos. Por ejemplo:

“Este trimestre he perdido mi cuota de ventas. Al analizar el motivo, me doy cuenta de que no he conseguido suficientes clientes potenciales de alta calidad. El próximo trimestre, voy a probar un nuevo enfoque de alcance más específico”.